Comer es una necesidad básica del ser humano, algo que tenemos que atender todos los días. Involucrar a nuestros hijos en la cocina desde edades ayuda a sentar las bases para una alimentación equilibrada y variada y a tener una relación saludable con la comida.
La cocina es un lugar de encuentro y socialización, pero también supone un entorno perfecto para florecer aprendizajes y habilidades:
- Mejora la capacidad de concentración.
- Favorece la experimentación sensorial: sabores, olores, texturas y colores.
- Se entrenan destrezas gracias al trabajo de la mano y el cuerpo: psicomotricidad fina y gruesa.
- Fomenta el espíritu cooperativo y ayuda a estrechar vínculos de calidad.
- Refuerza su confianza, su autoestima y su autonomía.
- Favorece la seguridad: el manejo de utensilios para cocina desde edades tempranas garantiza el buen uso de útiles como cuchillos, peladores o rayadores.
- Ayuda a trabajar conceptos matemáticos de una manera manipulativa y a entrenar la comprensión lectora al seguir recetas y otras pautas.
Para que los pequeños de la casa encuentren en la cocina un lugar para ellos, donde puedan participar con autonomía de forma cómoda y segura hay que proporcionarles un ambiente preparado: una superficie a su altura donde trabajar, menaje y utensilios de cocina a su alcance, aptos y seguros para sus pequeñas manitas. Todas las herramientas deben ser funcionales, no sirven por ejemplo cuchillos sin filo o cacerolas de plástico que no se puedan poner al fuego.
Muchos adultos no nos sentimos cómodos dejando que nuestros hijos manejen cuchillos con filo, la vitrocerámica o el robot de cocina, por el riesgo que puede suponer. Por eso es importante que primero nos preparemos nosotros, que confiemos en nuestros pequeños y que les acompañemos y guiemos con paciencia, enseñándoles a utilizar de forma segura todos los materiales que pongamos a su alcance. Si aprenden a utilizar las cosas que ven para un objetivo específico, el riesgo disminuye.
Poco a poco observaremos como quieren participar en poner y quitar la mesa, servirse sus propios tentempiés y meriendas o ayudar a preparar la comida para el resto de la familia.
Para completar este ciclo de actividad, es importante que invitemos a nuestros hijos a hacer la compra con nosotros y que les hablemos o, si tenemos ocasión, les mostremos el origen de los alimentos. Así comprenderán también los ciclos de la naturaleza, la cadena de producción y el intercambio que se produce al adquirir bienes y servicios.
Dentro del ámbito escolar y las propuestas de ocio educativo cada vez cobra más importancia el favorecer una relación saludable con la alimentación. Por eso podemos encontrar una amplia oferta de cursos y talleres para cocinar en familia.
En Producciones Titirisueños llevamos ya unos años con nuestros talleres de cocina para niños, donde trabajamos para favorecer la autonomía en la preparación de alimentos: manejamos todo tipo de utensilios, manipulamos ingredientes de temporada y aprendemos sobre ellos, seguimos los pasos recetas sencillas y cuidamos el entorno donde cocinamos. Para nosotras la clave de la actividad es el proceso más que el resultado.
Aprovechando el interés que suscita normalmente esta actividad en nuestros pequeños, aprovechamos además para:
- acercar la cocina de otros países.
- aprender hábitos culinarios y de alimentación de otras épocas históricas.
- prepara recetas basadas en la tradición y costumbres de nuestro país.
- ahondar en la cocina de ficción a través de cuentos, películas o sagas.
- aprovechar para educar en hábitos saludables hablando de los procesos, orígenes o estacionalidad.
Cocinar, en el sentido amplio de la palabra, es una actividad muy completa que redunda en múltiples beneficios a largo plazo, pero si tenemos que escoger uno, nosotras nos quedamos con el vínculo que se establece ente los miembros de la familia cuando preparan juntos una receta: desde que la piensan hasta que la disfrutan juntos alrededor de una mesa.